fragmento de la lectura de niña pluma de marcelo díaz, poeta y escultor

06 abril 2011

CARTA A MAR
Así tu voz, silenciosa como el grito, se adentra en las plumas del aire y rebate su hierro escarchado. Y acumula una caricia, mil caricias, para niñas que andan ya encontradas prestándose el aroma de la niebla rota. Los pergaminos ya escritos con la edad nueva, con el pan preparado para aliviar el llanto en la casa quieta que no zarpó.
Con el gesto tenue de la hierba indomable contra el viento visitas los patios donde hay dolor, las calles ya con rebeldía, las siestas calladas que los niños llenamos de sueño llorando canciones de leche.
Soñando tu vida que haces luego, siempre, vives ya como la selva única donde sabes, quieres, florecer alimentada por el humus antiguo y lavado de aquellos que se fueron incompletos y amas, has amado siempre, porque los ves en nostros, en algunos de nostros al menos, constructivos de algas de tu mar general y abundante que llega hasta el cielo. El otro mar que necesita el abrazo, con el que siempre tocas, enséñanos, una ligera esperanza.
Aprendo con la piel que envuelve mi aliento callado, que siempre ha podido mirar arriba, esta palabra tuya. Como caricia la aprendo, como corte que hiere azucarado, como un vuelo que se va sin posarse, como una llamada en cualquier penumbra, como un poso de cimiento, como un calor callado que nos une en este otro patio de los días.
Marcelo Díaz

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